Me dijo [Timothy Spencer, el Estrangulador de la zona sur] algo como: «O.K., zorra, ¿dónde está tu bolso?». Le llevé arriba, al rellano. Cogió los pocos dólares que tenía y arrojó el bolso al suelo. Entonces puso el cuchillo junto a mi cara y me ordenó bajar de nuevo. En la cocina, me ordenó que me desnudara... Sacó un consolador y me dijo: «Métetelo. Háztelo tú misma, y será mejor que te corras». Yo le dije que no lo haría, y él se puso como loco. Me dio cuatro o cinco puñetazos en la cara, y luego me cortó aquí (Sanders se baja la media de una de sus piernas, y señala su pantorrilla). Entonces me sujetó con fuerza por el cabello y me sacó de un ritón por la puerta de atrás. Primero intentó que le chupara el pene. Puso el cuchillo junto a uno de mis ojos, así que lo hice. Después de unos pocos minutos, me dijo: «Vamos a dar una vuelta ahora, puta». Fue entonces cuando comprendí que tenía que empezar a pelear. Si subía a su coche estaba muerta, así que empecé a gritar y a dar patadas. Me dio unos golpes más, y luego escapó saltando la valla de mi jardín.Garrido, V., La mente criminal, 2007, Temas de hoy, Madrid, pág. 157
miércoles, 26 de septiembre de 2012
Será mejor que te corras
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