Una idea de hasta dónde llega la depravación sexual de este hombre [Chamba] es que, minutos después de haber violado y matado a Isabel, realizó, con el teléfono móvil de ésta, varias llamadas a una línea erótica. Mi interpretación es que el impulso sexual, lejos de haberse saciado por el asesinato que había protagonizado, era todavía muy intenso. El asesinato y la violación lo habían dejado en un estado de gran sensibilidad erótica.Garrido, V., La mente criminal, 2007, Temas de hoy, Madrid, pp. 139-140
miércoles, 26 de septiembre de 2012
Mal momento para el teléfono erótico
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