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lunes, 13 de mayo de 2013

Sin beneficio alguno

Todo está acomodado perfectamente en este pequeño local donde las mujeres se estiran y retozan. Ellas, las mujeres, se alternan. Rotan de acuerdo con el principio del tedio en la serie del peepshow, para que el cliente fiel y los visitantes regulares puedan ver una buena variedad de carne a intervalos previamente establecidos. De lo contrario, no vuelven. Mal que mal, ellos vienen con su precioso dinero y lo introducen moneda a moneda por la insaciable ranura. Porque cada vez que el asunto se pone atractivo debe introducir otra moneda. Una mano introduce la moneda, la otra bombea la virilidad sin beneficio alguno. En casa, el hombre come por tres y aquí lo tira desconsideradamente por los suelos.
Elfriede, J., La pianista, 2004, Círculo de lectores, versión electrónica.

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