A continuación, será abofeteada por la madre, ya que incluso legos absolutos en cuestiones musicales se dieron cuenta del fracaso de Erika; en su propia cara o incluso ya en sus manos. Por lo demás, ELLA no había elegido una pieza del gusto de la masa ignorante, sino un Messiaen, una decisión que la madre había objetado enérgicamente. De este modo, la niña no consigue colarse en los corazones de la masa, por la que madre e hija no sienten sino desprecio, la primera porque desde siempre no ha sido más que un miembro irrelevante de aquella masa, la segunda porque jamás querría llegar a ser un miembro irrelevante de la masa.Elfriede, J., La pianista, 2004, Círculo de lectores, versión electrónica.
lunes, 13 de mayo de 2013
El desprecio por la masa
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