—Así que un año, ¿eh?, dijo Craig.Auslander, S., Lamentaciones de un prepucio, 2010, Blackie Books, [s.l.], pp. 291-292
—Increíble, dije apoltronándome en su sofá.
—¿Y Paix?
—Estupendamente.
—¿Y lo que escribes?
—Va bien. No he eliminado nada en semanas.
—Me alegro por ti, dijo Craig.
—Gracias. Naturalmente, estoy jodido.
—Naturalmente, dijo Craig. Dios debe de estar preparándote una buena.
—Imagino que algo con una explosión.
—Algo que te desfigure.
—Probablemente.
—Pero que no sea mortal.
—No.
—No te dejará irte de rositas.
—No, no. Me quemará la cara y luego me maldecirá con una larga vida.
—Bueno, dijo Craig, si eso significa algo para ti, espero que te mate deprisa.
—Tú sí que eres un buen amigo, dije.
jueves, 13 de septiembre de 2012
Tu felicidad incrementa mi deseo de venganza
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