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jueves, 16 de agosto de 2012

La muerte de la intimidad

Quizá la muerte de la intimidad que nos había traído internet sólo significaba una cura de humildad. En realidad, no hay nada que yo haga que no haga también cualquier otro. Uno esconde su vida privada como los perros esconden su hueso. Por estar enterrado parece que el hueso es más importante, casi único. Pero al final no es más que otro hueso cubierto de tierra.
Olmos, A., Ejército enemigo, 2011, Random House Mondadori, Barberà del Vallès, pág. 140

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