Regresa con mi diario y mi bolígrafo.Dunthorne, J., Submarino, 2011, Suma de letras, Madrid, pp. 120-121
—Tienes que escribir bien el principio —dice.
No puedo hablar; acabo de meterme en la boca un pedazo enorme de puré gelatinoso; es como si me hubiera dado un bofetón.
20-5-97
Palabra del día: Jordana.
Oh, Diario,
La quiero. La quiero. La quiero mucho. Jordana es la persona más asombrosa que he conocido en mi vida. Podría comérmela. Podría beber su sangre. Es la única persona que permitía reducir a tamaño microscópico para que explorara mi cuerpo desde el interior de una minúscula máquina sumergible. Es maravillosa, guapa, sensible, divertida y sexi. Es demasiado buena para mí. ¡Es demasiado buena para nadie!
Me paro un momento, a la espera de que me interrumpa, de que me diga que no cuela. Pero ella permanece en silencio observándome. Continúo:
Lo único que podía hacer era intentar dárselo a conocer. Le dije: «Te quiero más que a las palabras. Y eso que soy un auténtico fan de las palabras». Sé que suena a barato, pero he descubierto que estar enamorado de Jordana me empuja a hablar de este modo. Le dije: «Estaría encantado de esperarte eternamente».
(Confieso que pensé, solo por un instante, que esperar eternamente sería desperdiciar en cierto modo nuestros cuerpos ligeros y cimbreños, pero, aun así, estaba dispuesto a resistir).
Por una suerte descabellada e intergaláctica, dijo que estaba preparada. Hicimos el amor de forma perfecta, impecable. Dejamos de ser vírgenes. Pero no me dio la sensación de haber perdido nada.
—De acuerdo, para. Para aquí.
Levanto la vista y miro a Jordana. Pestañea. Transcurre un instante en el que yo me pregunto en qué estará pensando ella y en el que ella se pregunta en qué estaré pensando yo.
—Vale —dice, levantando poco a poco su dedo índice y señalando el techo—. En la habitación de tus padres.
miércoles, 7 de noviembre de 2012
Nuestros cuerpos ligeros y cimbreños
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario