[L]a joven de 17 años Shari Faye fue secuestrada mientras se dirigía a la escuela. Durante los siguientes cuatro días, la familia recibió numerosas llamadas de teléfono realizadas por el secuestrador en las que decía cosas como: «Shari es ahora parte de mí: física, mental, emocional y espiritualmente. Nuestras almas son ahora una sola... Ahora Shari está protegida... Ella es parte de mí ahora y Dios vela por nosotros».Garrido, V., La mente criminal, 2007, Temas de hoy, Madrid, pág. 217
Días después llegó una carta manuscrita de Shari, donde figuraba su «última voluntad y testamento», y decía a su familia que les quería mucho. Al estar fechada sólo un día después del secuestro [...], el FBI dedujo que la chica ya había muerto. El asesino siguió atormentando a la familia de la niña con sus llamadas [...].
miércoles, 26 de septiembre de 2012
Crueldad telefónica
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